jueves, 2 de mayo de 2019

Reflexiones del 3 de mayo de 2019


Quería escribir algo sincero, algo sensato. A veces salen de mi mente ideas que me gusta dejar resguardadas, porque la memoria es tan frágil que no me permite llevar la cuenta de todos mis pensamientos...de todas mis preocupaciones...de todos mis temores. Es natural en mí pensar: el futuro me será difícil. A su vez me imagino que las cosas irán de aquí en mejor, porque, si he de ser sincero, esa es la relación que he tenido con la vida a lo largo de ventiún años; no conozco el hambre, y aún no me he enfrentado a un período de escasez...gracias al apoyo de mis padres, que lo darían todo por mí...aunque a veces siento ser una carga, y nada más. ¿Por qué no trabajo? La vez que elegí trabajar no podía seguir el ritmo de la facultad. Estudio historia...para poder ser docente, por lo menos de acá a un año. O sea, en mayo del año que viene espero ya estar ejerciendo algún cargo...pero la carrera se hace lenta, a veces compartir un mismo espacio con tantas personas se me hace extraño, he tomado malas decisiones y he tenido comportamientos irracionales con personas que apenas me conocían; es algo que reconozco en mí, aunque no me enorgullece.
Escribir, a lo largo de la vida, hace mucho bien. Uno descubre la voz que guía nuestras lecturas (¡Lecturas, sí, porque son múltiples, varían a lo largo de toda tu vida!) del mundo en el que vivimos, y la transporta al plano de lo escrito, la convierte en una entidad independiente, uno crea, devuelve a la realidad todo lo que ella le introdujo, pero con algo alterado, una leve alteración, que es la originalidad de nuestras ideas. La originalidad en nuestra vida, cabe decir...
Yo apenas me distingo de los demás por el hecho de que amo pensar acerca de la realidad que veo pasar a mi alrededor, y, de sentirme inquieto, quiero conocer como se vive en distintos lugares del mundo, y, principalmente, como se vivía en el pasado a lo largo de todo el mundo, y ver como la evolución de las sociedades a lo largo del tiempo obedece a un gran esquema basado en la expropiación de los recursos y en la usurpación de los lugares comunes (y entonces nos limitaron a la obtención de dinero para poder subsistir en una sociedad cada vez más competitiva...y cada vez más urbana, en donde es un estigma dormir al aire libre).
Intento ser responsable. Me acabo de afeitar, para rejuvenecer cada tanto, recordar mi rostro sin pelos, volver a la puerilidad de un instante aún efébico. Para mí, crecer es pasar por auténticos ciclos de muerte y resurreción.
¿Nunca te paraste a pensar en esa línea interior, esa voz tuya que siempre permanece pegada a tí, como un eco, tus principios más valiosos, tu paz de último momento, de cuando la tormenta ya nos empapó, tus palabras de amistad con vos mismo, tus recursos de zen - sibilización. ¿Sensibilización? ¿Zen o civilización? ¿Es esto un holograma? ¿Estamos todos raptados en un edificio con ventanas tapiadas? ¿Llegamos a un acuerdo final entre nosotros mismos y la sociedad? Ah...¡Qué tan difícil es pensar cuando vivimos rodeados de estímulos! Por eso Ruben, la persona a la que mejor malabares le vi hacer en mi vida, me dijo, una noche en el centro de Córdoba Capital me dijo: "acá hay mucha vibración pero poca energía". Luces, carteles, comida, personas cruzándose por todos lados, el cielo de la noche invisible por la iluminación, y ni hablar de los ruidos, y ni hablar de la polución, ni de los bocinazos, los caños de escape, los gritos de los niños, los llantos de los bebes, la música de unos parlantes, la música del músico callejero que es uno de los más bellos oficios, de los que aún son legales en esta sociedad...todo, todo entremezclado, una noche de noviembre, con un clima humedecido, oscuro por las nubes, cada tanto se veían algunas estrellas aísladas, noche de incierta lluvia, que de ocurrir, nos arruinaría la estadía (terminamos armando una carpa y las bolsas de dormir en la colina de una plaza. Toda la noche escuchamos reguetton y cachengue, pero hasta ese momento nunca había podido escuchar ese tipo de música tan en detalle. No digo que me desvelé escuchando esa música; en realidad, fue al contrario, me concentré en escuchar un estribillo, algún detalle en particular, y como sabemos que nos dormimos cuando no estamos intentando permanecer dormidos, me levante al otro día, estaba amaneciendo, y tenía ganas de mear, lo que era una verdadera molestia estando en una plaza. Por suerte, no llovió esa noche).
¿Nunca te paraste a pensar en esa línea interior, de la que te venía hablando, lector, tú que estás tan en contacto con tu propia persona? ¿Estamos despiertos? ¿O estamos dormidos? ¿Cómo despertar? ¿Cómo salir de este hechizo interminable?
Una lámpara de oscuridad invade mis sentidos. Mi mente quiere saber más, expandir sus alas, volar y visualizar la atmósfera, ecualizar los sonidos del mundo, observar todos los paisajes, hundirse en la totalidad de todas las formas de vida, distintas culturas, piercings del pasado, joyas incrustadas en la frente, un magisterio de palabras rituales, que de oírlas, te conducen al principio de los tiempos, que es tu nacimiento.
¿Estas despierto? ¿Dormido? ¿Despierto? Ya todo se confunde en mi mente...como mi abuela, cuando moría de Alzheimer...sin saber su propio nombre...ni el mío.
¡Cuántas horas faltan aún para despertar, mañana, por la mañana! Ir a la facultad, meterme en un tren, ver tantas caras, visitar a mi vieja, llevarle una tostadora, agradecerle algún regalo, mirar a los gatos, ver el goce perpetuo en sus vidas, tal vez un breve eructo violento, una silla que se cae, un vaso que se rompe, el gato se asombra, mira feroz o sale disparado hacia la terraza...¡Sí, todos la vida, ver la (Zen)ilidad de los gatos, huir ante la sombra, morir por curiosidad, atrapados en un nimbo de paz y orgullosa presencia...admirarlos, tratar de imitarlos, llegar a ser como ellos! No ser un gato, como en la expresión popular con que hoy denostamos los argentinos al inepto del presidente, sino llegar a ser como los gatos, como la especie gatuna en sí, al ser observada en la supuesta objetividad de nuestra mirada simbólica. Que nos permite diferenciar la densidad de la materia en sus diversas unidades...
En el universo ahora existe un gato número X, mi gato, Timoteo Demóstenes Zurita, alias el Rubio puto. Ese gato es un evento felino que así como apareció en la tierra en una fecha determinada dentro del esquema incognoscible del tiempo (no se atrevan a preguntarme drogado que qué mierda es el tiempo!) esta destinado, por su calidad de ser vivo y perecedero, a desaparecer, en una fecha aún difícil de predecir, pero que estimo aún en unos cuantos años.
Ese gato número X, Timoteo, ya no existirá más en el universo, dejará de estar aquí, entre los gatos del mundo, y pasara a formar parte del resto inmaterial de los fenómenos humanos, la memoria. Allí formará parte de alguno de los casilleros con los que, en mi imaginación, me represento a los gatos, al fenómeno felis silvestris catus en la existencia empírica de mi mundo, mi experiencia del mundo, mi vivencia.
Yo, por mi parte, no empiezo a preguntarme con más profundidad acerca de estos temas, me enseñaron que no vale la pena, o que no hace bien...aunque hay en mí una corriente interna que me lleva a ponderar y a redactar pensamientos de corte metafísico (¿cuál es la verdadera realidad del gato número X, Timoteo, si esta condenado a desaparecer? ¿no es sino una manifestación concreta en el espacio tiempo de un fenómeno único pero heterogéneo y muchísimo más abarcativo que es El Gato arquetípico? Yo, que por ciertas inclinaciones de carácter personal, en lo filosófico, adhiero a patrones de pensamiento que, en el plano simbólico de las sociedades humanas, reivindican la noción de lo arquetípico; que es la esencia colectivamente forjada de esa misma realidad en el plano de lo eterno, yo, en lo personal según iba diciendo, tiendo a creer más en este tipo de explicaciones e imaginaciones acerca de la realidad esencial que subyace el mundo aparencial y fenoménico que habito, y que se difumina, de forma más o menos vaga, en el contenido inapresable de mis todos mis sueños, en la elaboración incosciente de mi propia mente, a cuyos recovecos más oscuros, aún a pesar del gran esfuerzo y avance que logré en los últimos meses, todavía no logro penetrar a través de una mirada holística, superadoras de las nociones binarias del bien y del mal y del varón y la mujer.
Que no existen. Y esto lo confirmo, para mí, aun desde mi arquitectura del pensamiento platónica, sesgada, imparcial, irracionalista en sus extremos más inspiradores, brutalmente inspirada en la fe, sin la cual yo no tendría guía moral en este mundo en vías de devastación...creo, sí, que Dios es el amor y la felicidad, como dice una letra que cantaba Gal Costa, pero ¿Eso me vuelve menos heterodoxo? Pero sí acá en latinoamerica sacerdotes como Camilo Torres y Carlos Mugica comprendieron el verdadero sentido del cristianismo, que es social, y uno murió luchando por sus ideales y al otro lo asesinaron...
Ay...a veces me siento...como un Miguel de Unamuno de este siglo. Sí; como una reencarnación ex tempore, un discípulo desprolijo, mucho más pajero, trolo y fanático de la libertad.
"La verdad, habríame descorazonado tu carta, haciéndome temer por tu porvenir, que es todo tu tesoro, si no creyese firmemente que esos arrechuchos de desaliento suelen ser pasaderos, y no más que síntoma de la conciencia que de la propia nada radical se tiene, conciencia de que se cobra nuevas fuerzas para aspirar a serlo todo. No llegará muy lejos, de seguro, quien nunca sienta cansancio."
Él que escribió que el porvenir es nuestro único tesoro. Yo le creo.
Encontrar los núcleos de racionalidad en autores que tuvieron ideas que a veces se nos demuestran absolutamente sacadas de todo contexto. Comprender el pensamiento de cada escritor como una manifestación coherente de las ideas que un ser humano vivió a lo largo de una experiencia históricamente situada.
No hay nada más asombroso que reconstruir una vida a través de los registros que su protagonista dejó por escrito, en diversos momentos de su aprendizaje emocional como ser humano, ser humano que escribe, que es decir artista, que es decir humano zen-sibles entre los humanos.
¡No estamos locos! ¡Tenemos derechos a mostrar nuestra voz enardecida por la sangre frustrada de generaciones y generaciones de artistas tratados como locos! ¡Yo me siento más joven todavía, cada vez que grito, cada vez que bailó, cada vez que me muevo hacia un punto extranjero en las coordenas del tedio ciudadano! ¡Me meo en la cultura! Apago el televisor de la palabra recalentada en estudios de grabación subvencionados con plata de agencias foráneas. Renuncio a la palabra del grinjo que se cree capaz de ponerle voz a mis intenciones, que se cree capaz de convertir mi rebelión en una cajita más en los arrabales del consumo, un nuevo mercado a las órdenes de su merced, el ansia de acumulación capitalista, la concentración de la riqueza en cada vez menos manos...
¡No nos contentamos! ¡Somos negativos! ¡El progreso y el desarrollo nos parecen nociones cuestionables! Argentina, el conurbano desbordado de pobreza, ciudades cada más grandes, pobres cada vez más pobres, inundados en el Chaco, provincias enteras saqueadas por la minería a cielo abierto, el quebracho deforestado hace ya cien años, la Patagonia entera empieza a temblar con la amenaza ecológica del fracking, que es la tendencia tecnócrata de la evolución material, el progreso de la razón humana, para destruir la zensibilidad humana, para destruir la piedra angular de nuestra existencia: la madre de todos nosotros, nuestro planeta Tierra, que está a punto de experimentar cambios destructivos, que aún nada estamos haciendo para impedir el desarrollo de una hecatombe climática, si es que no sucumbimos a una efervescencia nuclear antes de tiempo...
El ser humano se perfeccionará expandiendo su conciencia: la humanidad despierta lentamente. Su corazón late hoy mucho más rápido que el ritmo de su espíritu. Pero cuando sus perspectivas se expandan, los conflictos de hoy serán insignificante bajo el peso abrumador de las carga moral que tenemos por delante.
Salvar a la humanidad de la miseria que se aproxima.
Alimentar al 100% de la población.
Extinguir las enfermedades, muchas de ellas hoy ya son curables, pero la inercia de los mercados obstruye su democratización.
Expandir los límites del bienestar humano.
Pero respetando así todas las culturas...distintos tipos de vida...distintos ritos y costumbres. Distintas formas de afrontar la muerte, la condición infinitesimal del humano, que es una variable insignificante, que es un número de muy efímero valor, un dato menor dentro de la estructura inabarcable del universo. Pero sí: un ser vivo en fin, una voluntad de vivir, de salir adelante, de emprender proyectos y cultivar amistades, recorrer caminos nuevos y perfeccionarse en algún arte, la escritura la música o el reino de las ideas, catacumbas mentales que producen un gran placer a aquel que las cultiva con desinterés, con un compromiso con la existencia lo suficientemente sabio y honesto como para no intervenir en los resultados de las investigaciones, aún cuando ellas aborden temas por de más cercanos, lo que, para mí, no está mal: no podemos hablar de algo si no nos involucra, no podemos atender a problemas ajenos con el mismo interés y la misma dedicación con que investigamos nuestras propias pasiones...nuestros propios vicios.
A mí ahora me gusta escuchar rap, algo que hace algunos años ni se me hubiera ocurrido. (Todo se lo debo a la hermosa compañía de Fran y Walis, hermanos míos en esta búsqueda infatigable de mi consciencia en su búsqueda por escapar de su letargo).
Descubro que todo puede ser analizado en función a las experiencias de la propia vida; hasta la letra de una canción. Todo puede ser motivo y parámetro de reflexión para nuestras mentes inquietas. Pero no hay que enfocar la mente en único motivo y afinar la puntería (aunque, cada tanto, investigar las cosas en su profundida hará que desarrollemos una gran precisión para todo lo que querramos hablar, en general) sino que hay que abordarlo y examinarlo todo, aún lo que nos desagrada, las películas de super héroes por ejemplo, que a mí me rompen los huevos, pero que hace poco vi una en la que el villano quería erradicar, sin seguir ningún tipo de criterio, a la mitad de la población de la galaxia, con fines éticos, se entiende: su finalidad es la más noble de todas: la de mejorar sustancialmente las condiciones de vida, que al reducir la población total de todos los planetas del universo se podrán administrar más recursos para menos personas. Suena encantador.
¿Pero no es arbitrario que la vida de algunos tienen que desaparecer para lograr que los otros puedan llevar una mejor vida? Muchos en los comentarios de Youtube (un paneo muy irregular de la población hispanoparlante, he de admitir) admiten admiración por la táctica maquiavélica del villano de los vengadores, aunque para mí no está justificado: no hay vida que valga más que otra vida, no hay vidas que merezcan, en contra de su expresa voluntad, ser desaparecidas de la faz de la existencia.
Y lo cierto es que tarde o temprano, todos acabaremos igual, que nuestro destino es morir, y que eso nadie lo puede cambiar. Desear el fin de la explosión demográfica a través de la cual canalizamos tantos de nuestros miedos y problemas, sería, en cierto modo inexpreso, desear el fin mismo de la modernidad, que fue la causa de la sobrepoblación mundial que hoy vivimos y que al ritmo que vamos no hace más que acelerarse. Fue el aumento de la calidad una de las consecuencias que, ya en el siglo XVIII, se hicieron palpables tras la revolución agrícola inglesa, que en opinión de autores como Carl Allen, mejoro la productividad de la tierra inglesa entre los siglos XVI y XVII gracias a las mejoras introducidas por los pequeños propietarios de tierras y, según Marc Overton, seguidor de un enfoque más tradicional, por la inserción hacia el siglo XVIII de un nuevo método de rotación de tierras, de carácter cuatrienal. Avances tecnológicos sustanciales que, al desplazar a la población del campo a las ciudades, alentaron el desarrollo de la primera revolución industrial, en los albores del siglo XIX.
Y piensen que eso fue hace 300 años, y hoy se nos cuenta que vamos por la cuarta revolución industrial, la de la cibernética, los cerebros industriales y las tecnologías digitales.



X Lihuel Sankari. Profeta de otro tiempo.

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