sábado, 29 de diciembre de 2018

Este pesimismo alentador!

28 de diciembre, 2018

! este pesimismo alentador!

! volvía caminando era de noche y seguro me había drogado de más. empezaba a comprender de todas formas que la única forma de salir de la droga era dejar de pensar que era necesario salir de la droga. por la tele se veían cosas más extrañas que los años pasados, y el mundo parecía encaminado a una inminente desestructuración de las arquitecturas gastadas por las que nos regíamos. hablo del mundo de hoy lo comparo con el mundo extraño de aquel entonces: un nazi se disponía a asumir la presidencia de brasil y yo acababa de perder el dni por segunda vez en el año, no sabía como, yo pensaba que lo tenía en el bolsillo y al llegar a casa no estaba más. también perdí la tarjeta sube de mi amiga aquella tarde o mañana. fatídico. me sentía solo y como solo me sentía decidí escribirle a un ex novio con el que nos habíamos amado un montón con pureza y emoción adolescente hasta el punto en que decidí volverme loco y dejar de sentir ternura por él ponerme turbio acusarlo de todos mis problemas y hacerlo fiel espejo de mi desesperación. por supuesto actué como un perturbado, que es lo que soy. pero ahora cambió una cosa y es que decidí aceptar mi perturbación, por lo que todas las cosas malas que hago son parte de un espectáculo con el que me deleito; puedo decir, por ejemplo, y sin sentir ninguna culpa, que me gusta estar solo y que me gusta tirarme en la cama de mi viejo cuando él no esta a mirar en su televisión series de animación para adultos; mientras tanto, (hablo ahora de aquella época en la que perdí por segunda vez mi dni) pasaba diciembre, pasaba enero de 2019 y yo seguía vago sin laburar sin estudiar demasiado y viendo pasar las nubes y festejando (¿por qué me gustaba tanto ver como todo se desintegraba?) el ascenso de la conflictividad social. quizás porque soy un cínico y un resentido, me di cuenta de que la sección policial de los diarios delataba un miedo obsceno que formaba parte del acervo cultural de los hombres que como yo, habían nacido en un barrio cajetilla de la provincia de buenos aires. ese miedo implicaba la claustrofobia; y, al paso que íbamos, un treintañero con el que intenté cojer una noche (pero el faso me condujo luego a rincones oscuros de mi cerebro y logró que el cuerpo reaccionara con impresionante imbecilidad) me dijo que tenían que salir las fuerzas armadas a la calle y el boleto del autobús había subido tan de repente en dos años que ahora los que quedaban excluídos de aquel servicio que debiera ser una garantía estatal podían llegar a considerar la idea de subirse a uno, afanarle a los pasajeros y, si era necesario, reventarle la cabeza a quien se pusiera nerviose de más. la mamá de un amigo también pensaba como algunes votantes de bolsonaro, si dejamos que las cosas se pongan así de...¡violentas! no es tan irrazonable que la gente aplauda cuando vea llegar al poder a un señor que se autopromociona diciendo que está bien asesinar asesinos: ¡el estado detenta, después de todo, el legitimo acceso a la violencia! ¡y si un policia mata está cumpliendo su deber! pero yo ya creía en ese momento (tenía en la mente, como muches, la insidiosa historia de un dictador de la alemania del siglo XX que con fervorosa pasión se dedicaba a encerrar personas en trenes para enviarlas a trabajar en campos de exterminio) que lo realmente criminal era juzgar al marginado por la sociedad por sus culpas individuales; ¿sus culpas no eran más bien la síntesis humana de un mundo que te condena a nacer en una villa miseria, con agua contaminada un padre golpeador una madre golpeada y una necesidad urgente de salir al mundo conseguir algo para comer y entonces crecer de golpe, ser discriminado por negro y por analfabeto y por pobre? ¿a dónde íbamos a parar con esto en la mente? yo ya sabía que estabamos arruinades en ese momento. más tarde perdí las esperanzas, porque sabía que en el futuro los ríos contaminados no sanarían de pronto, y que, los ríos que aun quedaban puros no tardarían otro cuarto de siglo en llenarse de cloro detergente y heces. para felicidad de quien lea estas palabras, le puedo comunicar que para el 2034 argentina ya no va a existir como estado nacional y en 2037 las mareas subirán y la lluvia será absolutamente radioactiva, por lo que sus chances de morir llegado ese momento serán lo suficientemente elevadas como para no tener que sufrir más en este pequeño infierno colorido que llamamos vida humana e historia de la humanidad.