Fiente: Wikimedia, usuario Gagea.
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Consideren que abandoné este proyecto, que
inicié creo que a los quince años, tal vez antes, durante mucho tiempo.
Consideren que mayormente lo usé para subir pensamientos dispersos, incluso
incoherencias. Pero el blog, por alguna razón, principalmente por las reseñas
de libros que se leen en el ciclo escolar de las escuelas argentinas, sigue
recibiendo visitas diarias. ¡Pena me daría dejar de lado una plataforma desde
la que proyectar mi pensamiento! Hay un comentario, en la reseña que hice sobre
una obra de teatro de Armando Discépolo, que dice "clavícula el
resumen". ¡Este blog le zafó la tarea a un adolescente (o, peor aun, a un
estudiante universitario)! Le tengo aprecio. Me dan risa los primeros posteos
que, realmente, no los borro por nostalgia (son pésimos y expresan opiniones
que al día de hoy también me dan vergüenza). Lo último que hice fue recolocar
acá unos posteos que había en otro blog mío, que borré porque se presentaba
como una continuación de este pero le di aún menos bolilla. Estos datan, creo,
de 2017: se trata de un análisis de las tiras del ilustrador
Rodam Pitrani (recuerdo haberle compartido ese escrito por
facebook y me contestó que sintió genuina identificación con las ideas que
sobre su obra yo expresé ahí; nunca antes había ponderado la capacidad de mi
escritura crítica por acercarme a las manifestaciones artísticas de mis
contemporáneos a través de una interpretación que ahonde en el contenido que
elles expresan a la vez que respetándolo, es decir, sin derrapar hacia
intepretaciones abusivas o distorsionadas; por desgracia, mi depresión no
diagnosticada, el horror de lo que me depararon mis últimos años de vida - en
un plano más psicólogico que objetivo - y, finalmente, mi falta de seriedad a
la hora de abordar mis proyectos escriturarios, coadyuvaron para que nunca más
volviera a hacerlo), de un análisis de una canción de Serú Girán, y de una
reacción ante las repercusiones mediáticas que tuvo la marcha por el ocho de
marzo de 2017. Este último artículo, en perspectiva, implicó para mí un
compromiso que hoy en día debo revalorizar y con justicia. Fue a mediados de
junio de este año espantoso, de este año que nos trajo un espanto del que ni
siquiera podíamos tener perspectiva previa, que empecé a identificarme como una
feminidad trans y, sobre todo, como una persona no binaria. Rechazar mi ego
masculino, aquel ego masculino que decía ser "hombre femenino", pero
no se animaba a dejar de considerarse como tal, como un hombre implica para mí
un montón de cosas que, a pesar de ser la escritura mi medio de expresión
preferencial, aún al día de hoy me cuesta mucho poner por escrito. Ahora que no
me llamo Renzo, sino que decidí adoptar un nombre nuevo, un nombre de origen
propiamente americano, un nombre sin marcas de género: Lihuel, o Lihué, que
significa "vida", "existencia"; ahora que estoy en el camino
de una gran transición vital, ¿puedo darle un nuevo rol a este espacio de
expresión? ¿puedo encarar este blog de una manera más interesante, más
comprometida? Dicho esto, creo que la respuesta es obvia, y dejo de escribir
esta nota que no era más que una breve aclaración para que, quien haya llegado
acá, se concentre en esta idea: que el porvenir de lo que acá publique es el
porvenir de mi escritura. Y siempre fui una artista del verbo. ¿Cómo rechazar a
ese legado biográfico? Nunca voy a dejar de escribir, porque para mí escribir
es más que un deseo: es una compulsión, una fiebre catártica que me incita a
mancharme los dedos con tinta por más que necesite concentrarme en otras cosas,
por más que crea que se pueda vivir mejor, pensamiento de ansiosa que soy,
pensamiento neurótico por excelencia, sin la escritura (y sin su contraparte,
la lectura).
Fun Fact: la palabra griega psique significa alma pero también significa mariposa. Transmutar. Ir hacia el fuego "como la mariposa", como dice la canción de Adrián Abonizio.
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