sábado, 3 de agosto de 2013

Tito Andrónico

Terminé esta tragedia de Shakespeare. Un poco extraña, la verdad. Tal vez porque no estoy acostumbrado al autor, y tampoco a la tragedia isabelina. Más partidario de la tragedia griega, la violencia de la obra me chocó mucho, y la trama parecía tan ficticia y rebuscada que no me gusto.

Rebuscada tal vez en el sentido de que en la tragedia griega tiene su trama organizada para que sea concisa y se pueda explicar en un espacio y tiempo único. En cambio esta es larga, a veces aburrida, con personajes que están de más, llena de errores (anacronismos, falta de referencias...y no sólo uno o dos, sino un montón durante toda la obra) y otros cuantos defectos. En fin, imperfecta.

La obra habla sobre como (en un marco ficticio) Tito Andrónico, un viejo oficial romano que archivó varias victorias contra los pueblos bárbaros, y que en sus últimas campañas logra capturar a Tamora, reina de los godos, llevándola a Roma como premio de guerra.

Pero Saturnino, el nuevo emperador romano elegido después de morir su padre, decide casarse nada más ni nada menos que con Tamora (¿Por qué la elige a ella?) y en su nueva posición, esta mujer y sus hijos, que le guardan cierto comprensible rencor a Tito deciden hacerle la vida imposible al pobre hombre.

Y este el inició de una trama delirante de "venganzas", "contra venganzas" y "Contra contravenganzas". La revancha es el hilo conductor que mueve la historia de la obra.

Así es como los dos hijos de Tamora deciden violar a la hija de Tito, Lavinia, y matar a su esposo, acusando al mismo tiempo de este delito a otros dos hijos de Tito. Como si fuera poco, no contentos con tan sólo violar a Lavinia, deciden cortarle la lengua y las manos para que no pueda contar el delito a nadie. A primera vista podemos sacar la conclusión de que Shakespeare era un retorcido mental, pero en realidad, a pesar de que la obra no esta basada en ningún hecho concreto, la parte de la violación está inspirada en una de las fábulas presentes en la "metamorfosis" de Ovidio. 

Traducida al español, la obra parece perder cualquier sutileza. Si no me creen, miren el gran verso que se manda Tamora en el segundo acto:

"A mi precioso moro dirijo ahora mi ruta /Mientras mis fuertes hijos desfloran a esta puta."
Es la obra más "gore" de Shakespeare, aunque en realidad parece ser una parodia al teatro de la época, que se ve que era bien sangriento.